CAPÍTULO 6
TÚ Y YO
A los 3 meses comparte las aficiones de su familia. Quizá sea ya una persona pero el todavía no lo sabe.
A los 5 meses se siente feliz a los brazos de personas desconocidas, pero unos meses más adelante se sentirá muy incómodo y empezará a llorar si no se siente arropado y protegido por su familia.
A los 7 meses ya si distingue a las personas que conoce y a los extraños, y su reacción será llorar al estar con alguna persona que no conozca. Nunca se alejará más de 30 metros de sus padres, e inspecciona todo el mundo que le rodea.
Más tarde descubre que él hace reír a los demás y empieza a comprender que su comportamiento afecta al de los demás. No diferencia entre el bien y el mal, y empieza a comprenderlo gracias a sus padres. Con 1 año empieza a comprender como se relaciona con los demás.
Disfruta comparándose con el otro “yo” del espejo haciendo miles de movimientos nuevos.
Todavía le falta mucho para establecer contacto con las personas adultas, pero está sorprendido y contento al ver a un niño como él y le sorprende tanto él como su silla de paseo. Ambos bebés necesitan la ayuda de sus madres para hacer amigos.
Con sus juguetes nuevos juegan, y prefieren jugar a estar con otro bebé, pero siempre ven lo que hace el otro en todo momento.
Las rabietas son los signos más inequívocos de que se están convirtiendo en personas.
A los 2 años ya pueden fabricar emociones con lo que sabe que podrá conseguir cualquier cosa.
A solas está dado a probar a sus muñecos la medicina de los adultos. Le fascina jugar a las muñecas, y comprende el mundo de castigos y premios.
A los 3 años dominan las técnicas para poder entablar una amistad. Pueden contarse lo que piensan y entender, en parte, los sentimientos de los otros.
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